Qué difícil es hacer
que la gente se interese por un acto cultural, qué complicado organizar alguno,
casi imposible sobrevivir a la indiferencia por parte de los conocidos por lo que concierne el evento en cuestión, heroico no derrumbarse delante de las puertas que cierran las instituciones, con tal de
no ofrecer ayuda. Afortunadamente conozco unas cuantas personas que no se
rinden y continúan fomentando el desarrollo de la cultura desde su atalaya de
palabras escritas y pronunciadas.
Hoy me gustaría hablar
de uno de estos paladines de la sabiduría, un luchador incansable que emplea el
sonido de su voz a guisa de arma infalible. Ramón Valls es un catalán
incansable, que desafiando las reglas que rigen el desentendimiento hacia las
cosas que cuentan, se sienta cada miércoles detrás del micrófono de una radio de
la provincia de Tarragona, Radio Bellvei, y dirige el programa El Alambí
(Alambique de escritores), lugar desde donde expande por el éter sus palabras
de sabio y las opiniones de quien quiera compartir la hora con él.
Tuve la suerte de que
me quisiera entrevistar hace unos meses, coincidiendo con la salida de mi
novela “Cuando el día cambia de color”, y la experiencia fue realmente
enriquecedora.
Hace unos días me volvió a invitar a una tertulia radiofónica en
la que participarían varios autores, que tenía como tema el papel que desempeña
el escritor hoy en día. Tuve que rehusar la invitación por motivos de
incompatibilidad de horarios, pero la satisfacción producida por su llamada, fue enorme.
La transmisión se
emitió el día 29 de enero, pero espero poderla escuchar, online, en la
repetición del sábado. Para los interesados aquí van los datos:
Radio
bellvei online El alambí
Además estoy leyendo su
última novela, “En torno a mí”, de la que hablaré más adelante, cuando la haya
terminado. Porque Ramón es un hombre que no se conforma con leer (es su afición
incurable), ni con hablar de temas literarios, sino que siente la necesidad de
expresarse con palabras indelebles, negro sobre blanco. Además es una persona
solidaria, que se implica en actividades que ayudan a los demás. Espero tenerlo
pronto en Mallorca, para la presentación de algunos de sus escritos y poderle,
por fin, invitar a unos vasitos de vino blanco y “uns variats” en los bares de
la “Plaça” de Petra, el pueblo donde paso los fines de semana con los amigos y
la familia.
Durante la entrevista se produjo un hecho curioso, ya que gracias a una reflexión de Ramón durante la entrevista, descubrí que
la necesidad que tengo de caminar hacia el horizonte, al atardecer (Cuando el
día cambia de color), me viene de atrás. No había vuelto a pensar en ello, pero
durante los años de mi juventud, cuando el invierno encrudecía y planeaba sobre
mi ciudad natal, lugar donde el sol no aparece durante seis meses y las nieblas
son tan intensas que no dejan ver ni coches ni transeúntes a un metro de
distancia, sin darme cuenta vivía esperando la llegada de la primavera. Y cuando esto acontecía,
se podían contemplar, casi sin preaviso, unas puestas de sol espectaculares, de
las que llenaban el cuerpo y la mente de energía. Era por la tarde, a la vuelta
del colegio, cuando yo caminaba hacia casa, siguiendo aquella luz, empapándome
en los rayos de un sol que parecía haber desaparecido durante un tiempo, y que
volvía renovado, en todo su esplendor. Hace más de veinticinco años que no
experimento el desasosiego que me producía el final del verano y la llegada del
otoño, ya que en Mallorca el influjo del Mediterráneo nos ahorra las
inclemencias del invierno. Pero este caminar hacia luz, que desaparece detrás
del horizonte, ha perdurado en el tiempo, y sigo caminando hacia el oeste…algún
día llegaré al mar…en la Isla no sería muy difícil: más complicado es seguir
apostando por la cultura, como hace Ramón Valls. ¡Enhorabuena, Ramón!
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