miércoles, 22 de enero de 2014

Simplemente....REVOLVER

Hace dos días que  la banda sonora que inunda mi cocina es la voz de Carlos Goñi, acompañado por los componentes del grupo Revolver. Y es que el día de Sant Sebastià tocaron en una plaza de ciutat y, a parte de poner el broche final a un día que, por motivos que no vienen al caso, ya había empezado bien, me siguen alegrando el resto de la semana.
He seguido a Carlos Goñi en varios conciertos (recuerdo con especial cariño el de la Sala Assaig del Polígono Son Castelló) y puedo asegurar, sin que nadie de mis cantautores favoritos se ofenda, que es una de las mejores voces en directo que haya oído nunca.
Acostumbrada a sus conciertos acústicos, que son mis preferidos (ya que aunque no fume, soy una chica del mechero de los '80), me ha sorprendido con una versión eléctrica simplemente perfecta. Con Goñi tocaban un batería y un bajo, el sonido maravillosos de los cuales, mezclados con las notas de la guitarra  magistral del cantante, llegó a las entrañas de los presentes, rebotando en las paredes de los edificios colindante, para volver a nuestro interior. Y con este sonido interno, con estos intensos solos de guitarra, el retumbar del bajo, los redobles de la batería, la voz cálida, las palabras importantes, convivo estos días: y espero conservar la sensación durante mucho tiempo.
Como cuando salimos de un cine, donde hemos visto una película enriquecedora o hemos leídos un libro que nos remueve el alma (y vuelvo al caso de mi futura amiga Carlota Lama), o salimos del teatro después de haber visto Mort d'un anarquista interpretado por Es millor de cada casa, intentamos preservar aquella maravillosa sensación que nos ha producido la obra, para que la cotidianidad no la engulla, en su proceso de arrasarlo todo.
Después de una experiencia cultural que me haya dejado buen sabor de boca, siempre tengo la sensación de que los artistas que me han alegrado el momento, no tengan todo el reconocimiento que se merecen (será que mis artistas favoritos no son autores americanos que escriben best sellers, o cantantes que arrasen en los 40 principales). Y pienso en la soledad del artista: sentimiento entendido como la sensación que invade a todo aquel que después de haberse subido a un escenario para cantar, tocar, actuar, presentar un libro, o después de cerrar la galería donde ha expuesto sus fotos, sus cuadros, sus esculturas, tiene, inevitablemente, que volver a casa. Quien no se haya encontrado nunca en esta situación, no podrá entender hasta el final la necesidad de seguir contando lo que acaba de pasar, revivir las jugadas, comentar los fallos y los éxitos. Por esto para un artista, después de tal descarga de adrenalina, después de los nervios que preceden al espectáculo, el momento no tendría que terminar nunca. Porque el vacío que te invade después de haberte expuesto tanto, sólo puede ser rellenado por amigos que hablen de ello.
No se si Carlos Goñi ya lo tiene superado, a lo mejor no es su caso, pero, el día 20 de enero, adrenalina descargó mucha, sus músicos dieron lo mejor de sí, y entre todos consiguieron recargar las pilas de mi alma: sólo por esto espero que hubiera unos amigos esperándoles al final del concierto, que encontraran un bar abierto y que pudieran revivir la noche con todo lujo de detalle.

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